miércoles, 16 de septiembre de 2009

A6: Análisis comparativo de competitividad


La economía de la India es la cuarta más importante del mundo en términos de Paridad de poder adquisitivo, con un Producto nacional bruto de $3,61 billones. Medido en relación al tipo de cambio nominal respecto del dólar, es el duodécimo del mundo, con un PIB de 719,8 miles de millones de dólares (2005). La India es la segunda economía del mundo con mayor crecimiento, con una tasa de crecimiento del 8,4% al finalizar el año 2005.

La economía muestra elevada diversidad abarcando agricultura, artesanía, manufacturas textiles e infinidad de servicios. Aunque el sustento de dos tercios de la población ocupada todavía depende directa o indirectamente de la agricultura, las actividades relacionadas con el sector terciario muestran un elevado dinamismo y están llamadas a ocupar un lugar preponderante papel en la economía hindú. La llegada de la era digital así como la existencia de un gran número de personas educadas y con dominio de inglés, está convirtiendo este país en uno de lugares preferidos para la ubicación de las actividades internas de la empresa. Asimismo, la India es el mayor exportador de trabajadores altamente cualificados de servicios informáticos y financieros.

Sin embargo, en comparación con economías tan fuertes como Inglaterra, Australia y Francia, podemos ver una brecha muy larga. Principalmente porque estas economías cuentan con apoyos gubernamentales y sobretodo una eficiencia en el mercado laboral impresionante. La India tiene la ventaja en el tamaño de mercado y esta colocándose poco a poco entre los primeros lugares en innovación, ya que ha sabido aprovechar la llamada era digital. Actualmente está teniendo un boom en cuestión de servicios terciarios.

La economía india siguió un modelo inspirado en el socialismo durante la mayor parte de su historia, con un férreo control sobre la participación del sector privado, comercio exterior e inversión extranjera directa. Sin embargo, desde los 90, paulatinamente la India ha abierto su mercado interior a través de reducciones del control del gobierno sobre el comercio exterior y la movilidad del capital. La privatización de las industrias públicas y la apertura de ciertos sectores a los inversores internacionales se han pergeñado en medio de enardecidas discusiones sobre la conveniencia de tales medidas.






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